domingo, 18 de mayo de 2014

Piscifactorías de troitas e morro ...

Río circuitado e sen ceibar unha soa gota de auga polo labio de presa dende Abril ata Outubro. Presa sen escala de peixes. Vertido de augas sen decantación.
E a señora Arregui ponse a falar de inxusticias e de modelos matemáticos incorrectos...
Resulta señora Arregui que isto que lle piden xa o tiñas que cumplir segundo a lei de pesca de 20 de Febreiro de 1942. Sóalle esta normativa? Ou leva tanto tempo incumplídoa a súa familia que xa lle é descoñecida?
E inda por riba permítese facer interpretacións do que implica a Normativa Marco da Auga.
Igual se tiveran dimensionado a planta conforme ás capacidades do río que explotan e non mantiveran unha flagrante ilegalidade por cinco décadas, non se verían así. 

E agora a noticia. Espero que a periodista levara unhas boas troitas da planta, porque parece un publirreportaxe. Iso si, de falar da outra visión e das ilegalidades nas que leva enredando a planta todo este tempo, ni chío.

El caudal ecológico amenaza a la mayor piscifactoría gallega de trucha

La Xunta exige un nivel que hace inviable el funcionamiento de la planta

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Las instalaciones que Tres Mares posee en Lires ocupan 97.000 metros cuadrados y en ellas trabajan 70 empleados.
Las instalaciones que Tres Mares posee en Lires ocupan 97.000 metros cuadrados y en ellas trabajan 70 empleados.
Castilla y León desbancó hace unos años a Galicia como líder en acuicultura continental de España. Desde entonces, la trucha gallega intenta remontar el río para recuperar su cetro, pero no encuentra más que obstáculos. Superó el problema del canon de saneamiento, que a punto estuvo de ahogar a todas las empresas con unas tasas desorbitadas y que, además, no tenían -ni tienen- que abonar competidores como los castellano-leoneses o los aragoneses. Rebasó también la amenaza del reglamento de especies exóticas, que señalaba como extraña a la trucha arcoiris -y por ende prohibía su cultivo-, a pesar de que lleva asentada en España varias décadas. Aún más dificultades: la competencia desleal de la trucha turca, que dejó en la quiebra más absoluta a decenas de empresas. Las últimas seis, tres de ellas gallegas, echaron el cierre el año pasado.
Ahora la trucha encuentra un nuevo escollo en su remonte: la intención por parte de la Xunta de imponer un caudal ecológico. Un requisito que vuelve a poner en jaque a muchas piscifactorías gallegas y que amenaza de lleno a la que es la mayor de Galicia: la que el grupo Tres Mares tienen en la parroquia de Lires (Cee), bebiendo del río Castro. Estas son sus cifras: 97.000 metros cuadrados, de los que 38.000 se dedican a superficie útil de cultivo; 2.200 toneladas de truchas el pasado año, 70 empleados directos y en torno a un millar indirectos y 5,61 millones de euros de facturación en el 2013, cayendo desde los 100 trabajadores y 9 millones.
Modelo inadecuado
El caudal ecológico se supone que se impone para cumplir con la directiva marco del agua, que España debe acatar antes del 2015. Pero las empresas alegan que no es eso lo que pide Europa. Dicen que la Xunta ha ido mucho más allá de lo que reclamaba Bruselas y que, además, se ha calculado un caudal ecológico basándose en datos «que no son reales, sobrevalorando el caudal natural de los ríos», sostiene la empresaria Luz Arregui, directora de calidad de Tres Mares.
El problema es que Augas de Galicia ha empleado un modelo matemático (denominado SIMPA), que no funciona bien en los ríos cortos y de abundancia tan variable como los gallegos. Así es que, según las compañías, se ha calculado el caudal mínimo que debe llevar un río como el Castro como si fuera el mismísimo Tajo. ¿El resultado? Que la Xunta pretende obligar a Tres Mares a devolver en verano 400 litros al río cuando, en época estival, el Castro no lleva esa cantidad de agua ni por asomo. Un absurdo que puede acabar poniendo en jaque a la piscifactoría ceense.
Luz Arregui apunta que las piscifactorías de trucha no consumen agua, sino que simplemente la utilizan y la devuelven. Y en el caso concreto de Tres Mares, hay un período que abarca de junio a octubre, los meses menos lluviosos, en los que no se hace prácticamente nada. «Los peces no se trasladan, no se les engorda, no se les vacuna, simplemente se los mantiene con el alimento justo para que no haya problemas de bienestar animal y se recircula el agua, pero eso es una cosa y otra es que, en verano, nos obliguen a liberar más agua de la lleva el río», explica la directora de calidad de la piscifactoría gallega.